El Gobierno nacional designó a Santilli al frente del Ministerio del Interior, un movimiento que refuerza la influencia de Karina Milei y los hermanos Martín Menem y Eduardo ‘Lule’ Menem dentro del Gobierno, luego de una interna con varios aspirantes.
El presidente Javier Milei oficializó la designación de Diego Santilli como nuevo ministro del Interior, completando así uno de los puestos clave del gabinete nacional. La decisión se inscribe en una estrategia de equilibrio interno que, según analistas, facilita la articulación del Poder Ejecutivo con gobernadores y legisladores de todas las provincias.
Santilli, exdiputado nacional y dirigente del PRO que trabajó en la provincia de Buenos Aires, se convierte en el principal interlocutor del Gobierno con los mandatarios provinciales. Su nombramiento llega en un contexto de reordenamiento de las fuerzas internas del oficialismo, donde Karina Milei y los Menem lograron imponerse como actores centrales.
“Diego será quien llevará adelante las conversaciones con gobernadores y legisladores para poder articular con el Congreso cada uno de los consensos necesarios para las reformas que vienen”, publicó el Presidente en sus redes sociales.
La elección de Santilli se produjo luego de que otro aspirante declinara asumir el cargo bajo los términos que se plantearon. Esa decisión despejó el camino y permitió a Karina Milei consolidar su liderazgo interno, relegando a otros operadores clásicos del Gobierno.
Entre los primeros desafíos que afrontará Santilli están la coordinación federal del Estado, la relación con los distritos que tienen agendas propias y la implementación de reformas estructurales anunciadas por el Ejecutivo. En ese marco, funcionará como puente entre el Poder Ejecutivo y los jefes provinciales.
Por otra parte, desde el PRO reaccionaron con cautela: algunos dirigentes celebraron la incorporación de Santilli, mientras otros cuestionaron la falta de consulta y advirtieron sobre la redefinición de la alianza con el Gobierno.
Con esta decisión, el oficialismo pretende transmitir un mensaje de gobernabilidad y estabilidad política tras una jornada de elecciones legislativas que generó tensiones interbloques. A su vez, la figura de Santilli aparece como parte de un plan más amplio de mediano plazo, donde ya se especula con su posicionamiento hacia 2027.